Ya son seis los Harry Potters

Vuelve a la gran pantalla Harry Potter. Esta vez lo hace con menos acción que humor y más besos que violencia, adentrándose en los vericuetos emocionales de sus protagonistas, aquejados de los vaivenes emocionales de la adolescencia como cualquier otro jovenzuelo de su edad.

Harry Potter y el misterio del príncipe es la sexta entrega cinematográfica de una saga que se completará el año que viene con el estreno en dos mitades de la séptima y última película: Las reliquias de la muerte.

La expectación en torno a las películas del niño mago es siempre superlativa aunque ha ido sufriendo un declive a medida que avanzaba la serie. La recaudación de la quinta entrega, por ejemplo, apenas alcanzó la mitad de la primera. Aun así, millones de fans en todo el mundo aguardan cada verano el momento del estreno, que llegará simultáneamente el miércoles 15 de julio.

La première mundial tuvo lugar anoche en Japón, aunque la del glamour se celebrará esta noche en Londres. Asistirán su director, David Yates, y las principales estrellas de la película, que ha contado esta vez con dos fichajes de lujo: el veterano secundario Jim Broadbent (Bridget Jones, Iris) y Bruno Delbonnel, el director de fotografía de Amelie.

El filme ahonda en los enredos sentimentales de los jóvenes personajes de la película, que los tabloides han intentado extender a la vida real en más de una ocasión. Con Harry desvirgado con su primer beso en pantalla en la quinta entrega, en la sexta le toca el turno a su amigo Ron, que vive un tórrido romance con una compañera del colegio y suscita los celos de su amiga Hermione. «Al principio Ron se lo pasa bien», dice su intérprete Rupert Grint, «pero luego la encuentra un poco abrumadora y sale corriendo porque le vuelve loco».

Los propios tabloides han aireado la historia de que Grint contrajo la gripe A durante el rodaje de la última entrega de la saga, según informó su representante, aunque finalmente se recuperó.

El nuevo filme ofrece menos acción y escarba más en la trastienda emocional de los protagonistas. Un asunto que ha contentado a Emma Watson (Hermione), quien cree que las tramas ganan en profundidad: «En los dos primeros filmes, más que actuar era una caricatura de mí misma. Luego, poco a poco mi personaje ha acabado siendo más complejo y ahora puedo decir que me siento más actriz».

Como sus colegas, Watson se ha hecho mayor dentro de las películas de la saga de JK Rowling y se prepara para encarar un futuro sin Harry Potter. «Iré a la universidad en América», aventura, «pero no quiero dejar de actuar, aunque sea aprovechando mis vacaciones».

Una visión que comparte Daniel Radcliffe, a quien el final de la saga le provoca sentimientos encontrados: «Es triste terminar porque cada escena de cada filme me trae recuerdos de los años formativos de mi vida, pero por otra parte me atrae la idea de poder leer un guión y rechazarlo y emprender una carrera al margen de Harry Potter».

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